martes, 4 de octubre de 2011

Primera clase de Economía Política II

La clase de economía del día 28 de septiembre, con la que iniciamos el curso 2011-2012, fue una clase diferente al resto de aquellas que ya habíamos comenzado. Algunas otras consistieron en una clase pautada, en la que el profesor/a llega, explica los contenidos básicos de su asignatura, los objetivos que pretende que alcancemos, sus normas y su forma personal de evaluar a los alumnos. En economía fue diferente. A mi me sorprendió, a la vez que me causó una especie de temor, el hecho de que nada más entrar por la puerta el profesor estaba separando a los típicos grupos formados generalmente por personas que ya se conocen entre sí, y haciendo una especie de mezcla de aquel del fondo con el de la primera fila. A mi me separó de la única persona a la que conozco como para hablar sin verguenza.
Sin embargo, esa sensación, que no sé bien si era vergüenza, miedo de no estar a la altura de los nuevos compañeros o no entenderte con ellos, a la vez me decía que iba a ser algo positivo. Pues bien, en aquella clase hablé, me rei, y compartí con personas que el año anterior iban a mi clase y que en todo el año académico no había hablado con ellos. Parece increíble, pero así es.
Me pareció una clase amena, diferente, y en la cual pusimos muchas cosas en común personas que nunca antes habíamos hablado. Me di cuenta de que personas con las cuales, aparentemente, no tenía nada en común, en efecto sí las tenía.
Tratamos de esclarecer y acordar una lista con aspectos positivos y negativos que teníamos de experiencias anteriormente vividas, centrándonos sobre todo en la universidad. En el caso de los aspectos negativos, no podíamos quedarnos en el problema. Debíamos proponer posibles soluciones a dichos problemas o dificultades que anteriormente habíamos mencionado.
Esta es mi conclusión sobre la primera clase de economía, y la verdad que me transmitió muy buenas sensaciones.